(Fotografía de portada de Ani Becerra para su emprendimiento Evil)

(Fotografía de portada de Ani Becerra para su emprendimiento Evil)

 

¿En qué momento permitimos que la ropa nos use y no nosotres a esta?
¿Por qué dejamos que la industria textil y el mercado decidan sobre nuestros cuerpos? 
¿Cuándo comenzamos a catalogarnos por los talles de nuestra ropa? 

 

La particularidad de estas preguntas es su cuestionamiento al sistema comercial que impone la figura ideal de un cuerpo hegemónico sobre el físico de toda la sociedad. Ninguna persona es ajena a los estereotipos de belleza, sean internalizados o no, todes los hemos aprendido y sufrido; pero lo paradójico con estas imposiciones es que nadie puede cumplirlas al 100%, porque es un ideal imposible de alcanzar. 

Los estereotipos de belleza se reproducen por múltiples medios y espacios, no son solo los medios de comunicación los que imponen cierta imagen corporal que está “bien” mientras otras son objeto de burla, asco e incluso miedo. Las presiones sobre la forma y tamaño de nuestros cuerpos se manifiestan de un millón de maneras diferentes; unas muy evidentes, como cuando nos recomiendan dietas imposibles para bajar esos “kilos de más”, pero otras son sutiles y pasan desapercibidas, como cuando recorremos incontables locales de ropa y aún así no encontramos nada que nos entre. 

Acorde a una encuesta realizada por Anybody Argentina, el 70% de les encuestades tienen dificultades para conseguir ropa de su talle, la cual se presenta principalmente en jeans y pantalones. La tristeza es el sentimiento más recurrente entre las personas con dificultades para hallar talles porque el cuerpo no encaja en la ropa deseada (46%) y el 48% responde que el no encontrar talle, le lleva a cuestionar su cuerpo. El 21% manifestó realizar alguna conducta de riesgo para el desarrollo de desórdenes alimenticios (abstenerse de comer, tener atracones, vomitar, hacer ejercicio excesivo, ponerse a dieta para bajar de peso). Por último, el 52% respondió que su primera dieta fue entre los 10 y los 15 años, seguido de un 34% que lo hizo entre los 5 y los 10 años.

En relación a estos datos, Fernanda Nieto Romero dueña de la tienda medium & plus size Échame la culpa, uno de los únicos locales con ámplia variedad de talles de Villa Carlos Paz, nos cuenta que “las chicas venían muy tristes, entraban con el semblante decaído, desganado y se iban con otro totalmente diferente. Ver ese cambio en el rostro de las chicas, que me digan ‘es el primer lugar al que vengo y que me entra la ropa, que me gusta, que me queda bien, que me dan consejos y que no me tratan como si fuera una porquería’. Siempre que tengo la oportunidad les digo a mis clientas que mientras se sientan bien, les guste y sobre todo, que para mí es lo más importante, que se sientan cómodas con lo que se van a llevar, la moda no importa, hay que tratar de buscar lo que nos haga felices”.

La escasez de talles no es consecuencia de un error del mercado, porque efectivamente existe una demanda insatisfecha que nadie se apresuró a cumplir durante años. La determinación que posee la industria textil por producir mayoritariamente un cierto rango de talles representa un límite más que se nos impone para moldear la manera en la que “deberían ser” nuestros cuerpos. 

Pero esos años de luchar para encontrar ropa con la cual podamos expresar nuestra identidad y estilo están más cerca de terminar, principalmente porque hay personas que deciden crear indumentaria que no excluya a nadie y también inspiran a otres emprendedores a seguir sus pasos.

(Fotografía de Ana Laura Becerra para su emprendimiento Evil Clothes)

Como nos dijo Ani Becerra, creadora del emprendimiento Evil de la Ciudad de Córdoba y activista gorda: “Te mereces ser una diosa, ser lo que vos querés ser. El resto de la sociedad no tiene derecho a decirte qué hacer con tu cuerpo. Ana pudo captar la necesidad que tienen muchas personas a la hora de elegir su estilo y comenzó a confeccionar lo que ella llama ropa alternativa que te haga sentir bien, con la que te puedas expresar y que sí o sí te vaya a quedar. Nunca me ha pasado de que venga una clienta y se vaya sin ropa porque no le entra”

“La ropa no te tiene que apretar, pero no porque seas gorda, sino porque te tiene que acompañar, tenés que sentirte bien y cómoda. No deberías estar metiendo panza para que te prenda el jean, tiene que prender y punto. Ese es nuestro trabajo para hacer la moldería, que sea acorde a los cuerpos. Es lindo poder ver cómo se van transformando las clientas cada vez que vienen a comprar y encuentran su talle, animándose a otro tipo de cortes y modelos” dice Bethania Ávalos, co-creadora del emprendimiento Avepez de la ciudad de Córdoba.

El entorno no solo es hostil para aquelles que quieren comprar ropa, sino que también lo es para quienes deciden confeccionar o comercializarla en una gama más amplia de talles. En palabras de las entrevistadas, las mismas se encuentran frente a desalientos tales como el consejo prejuicioso de no producir talles grandes porque les gordes no te compran la ropa”, burlas hacia los maniquíes gordos de su vidriera o la dificultad de encontrar proveedores que trabajen la gama de talles que ellas quieren ofrecer y ante esta situación, deben recurrir a diferentes fábricas para lograr la amplitud de talles de sus prendas, como nos afirma Fernanda

Estos emprendimientos buscan aportar a la liberación de los cuerpos, lo que no contenta a la lógica actual del sistema capitalista, patriarcal y gordofóbico. Los discursos hegemónicos conspiran para la exclusión haciéndonos sentir que las formas de nuestros cuerpos son erradas, fallas del sistema, que no valemos nada, no merecemos mostrarnos ni ser vistas, desear ni ser deseadas. No obstante, los diferentes movimientos de liberación como los feminismos y, específicamente, el activismo gordo vienen a resistir, cuestionar y disputar este discurso, como así también, visibilizar los cuerpos deslegitimados y excluidos históricamente.

(Ilustración de Florencia Virovoy. Instagram: @flor_virovoy)

Los talles grandes llegaron para quedarse y vestir a una inmensidad de personas deseosas por tener más opciones que la ropa holgada, oscura y lisa, para entrar al mundo de la diversidad de colores, usos, formas y patrones. La lencería erótica, ropa deportiva y la indumentaria a la moda, hasta no hace mucho tiempo ni siquiera era un sueño, porque taparse los rollos era un imperativo naturalizado por todes. 

Estos emprendimientos incomodan y rompen con estructuras arcaicas creando ropa que hasta hace poco les gordes tenían prohibido usar.  Al respecto, Ani nos dice: “Lo que veo mucho en mis clientas al momento que empiezan a consumir las prendas, es que automáticamente tienen la obligación de verse a sí mismas, lo cual es difícil, y eso es lo que, para mí, lleva a tener un ejército de gordas en lencería por toda la General Paz”. En el marco de la marcha del 8M en 2019, Evil vistió a gran parte de las personas gordas que marcharon en esa intervención. “Eso es lo que suma a la causa y es el resultado de lo que se hace a nivel global; la posibilidad de que exista una liberación tal que después de tanto trabajo, al verte digas ‘bueno, esto soy yo, vamos a trabajar con esto’ y de repente pensar ‘me siento linda, nunca me había sentido así«.

El trabajo de estas emprendedoras actúa en dos niveles; en lo individual, ayuda a un sin fin de personas a mejorar la relación consigo mismas, con su cuerpo, su autoestima y en algunos casos, a descubrir o redefinir su identidad por disponer de muchos estilos con los cuales vestirse y sentirse cómodas. A nivel colectivo, se destaca su lucha por la visibilización, la representación y la aceptación social de la diversidad corporal, teniendo siempre presente que es la industria textil la que debe moldear la ropa a nuestros cuerpos y no nosotres a ella. 

 

*Escrito por Lic. Ana Laura Ottobre Aichino (activista gorda) y Lic. Iriana Sartor

 

*Este material se ha elaborado en el marco del proyecto «El emprendedurismo en mujeres como herramienta para afrontar la desigualdad de género en el mercado laboral local», que ha recibido financiación de la Secretaría de Proyección y Responsabilidad Social Universitaria (RSU) 2020-2021 de la Universidad Católica de Córdoba, coordinado por la Dra. María Inés Landa y el Dr. Hugo Rabbia.

 

 

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